Lejos de lo que socialmente se nos hace creer, hoy en día, las mujeres alcanzamos nuestra plenitud tanto personal como profesional llegando a los 40 años. En un período de 5 a 10 años, este estado de madurez y realización personal será interrumpido por cambios hormonales propios de esta etapa conocida como peri-menopausia.
Estos cambios hormonales nos restan calidad de vida y lo que vivimos como plenitud desaparece siendo sustituido por todo este cortejo sintomático.
La mayoría de las mujeres aceptan estos síntomas y pérdida de calidad de vida con resignación.
Sin embargo, pueden mejorar mucho siguiendo, como primer paso, unas recomendaciones higiénico-dietéticas tales como: llevar ropa suelta, beber bebidas frías, evitar la comida picante, mantener una temperatura ambiente más baja, mantener un peso corporal adecuado, realizar ejercicio físico específico y evitar hábitos tóxicos.
A pesar de eso, lo expuesto no es todo lo que se puede hacer para mejorar la calidad de vida de la mujer con síntomas. Existen dos focos de actuación fundamentales y dependientes entre sí. Por un lado la terapia de Reemplazo Hormonal recomendada y controlada por una ginecóloga. Por desgracia, se habla poco debido al “miedo” injustificado que produce tanto en las pacientes como en los médicos que las atienden. Y por otro lado, la actividad física bien dirigida por profesionales competentes.
La Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH)
El término de terapia de reemplazo hormonal bio-idéntica (TRHBI) se define como aquel tratamiento que utiliza hormonas producidas químicamente en laboratorio pero con la misma estructura molecular a las que produce nuestro cuerpo, para mantener o restablecer el equilibrio hormonal en la mujer.
El papel del ginecólogo ha de ser el de informar adecuadamente y de forma individual sobre el riesgo que corre cada mujer al no hacer este tratamiento (no hacer el tratamiento también conlleva sus riesgos) así como sobre el riesgo de hacerlo sin una indicación y control adecuado.
Antes de prescribir tratamiento, la ginecóloga debe considerar factores de riesgo personal y familiar, la edad y el tiempo pasado desde la menopausia además de otros muchos factores que surgen de una revisión ginecológica completa.
Hay que tener claro que la Terapia de Reemplazo Hormonal puede no ser adecuada para algunas mujeres con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, enfermedad tromboembólica (como las que tienen obesidad o antecedentes de trombosis venosa) o un mayor riesgo de algunos tipos de cáncer como el de mama.
Sin embargo, otras muchas mujeres pueden beneficiarse ya que esta, según la evidencia científica, frenaría la progresión de la aterosclerosis entre las mujeres en la menopausia reciente.
En ausencia de otros factores, la edad no es un límite para la duración de la Terapia de Reemplazo Hormonal. La decisión sobre la duración debe ser individualizada, y en función del riesgo para enfermedades como trombosis venosa, ictus y algunos tipos de cáncer.
En las mujeres menopáusicas asintomáticas también se podría considerar la Terapia de Reemplazo Hormonal como una buena estrategia, dada la eficacia en la reducción del riesgo de fracturas osteoporóticas, de enfermedad coronaria y mortalidad general en la década de los 50 años (o en los 10 años siguientes desde la menopausia).
El ejercicio físico de fuerza (EFF)
El otro foco de actuación para equilibrar los síntomas de la menopausia es el ejercicio físico de fuerza.
Recordemos que en esta etapa existe mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, depresión, fracturas y mortalidad temprana. Para alejarnos de estos malos augurios lo primero de todo es evitar los malos hábitos y, entre ellos destacamos el sedentarismo.
Por otro lado, durante la menopausia hay una redistribución de la grasa corporal. Se produce un aumento de la grasa corporal al mismo tiempo que perdemos masa muscular (sarcopenia) y, por lo tanto, fuerza muscular (dinapenia).
LA COMBINACIÓN GANADORA (TRH + EFF)
Como conclusión de este largo artículo queremos darte herramientas para afrontar esta etapa con salud, energía, plenitud y bienestar.
Si unimos el entrenamiento de fuerza a la Terapia de Reemplazo Hormonal, se producen aún mayores beneficios:
- La masa muscular pasa de ≃ 0,3kg a ≃ 1,0 kg después de 12 meses de ejercicio.
- Disminución de la grasa corporal
- Mejora de los biomarcadores de riesgo cardiovascular
- Preservación de la densidad mineral ósea.
Por lo tanto, el entrenamiento de fuerza junto con la Terapia de Reemplazo Hormonal es la estrategia de primera elección en la mujer menopáusica.
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